Los propietarios tienen que respetar las instalaciones y los elementos comunes y mantener en buen estado de conservación su vivienda y las infraestructuras comunes.
Además, están obligados a permitir en su vivienda las reparaciones y las servidumbres necesarias para la comunidad, así como la entrada del personal necesario para que puedan realizarse esos servicios.
Económicamente, tienen que contribuir a los gastos generales del edificio y al fondo de reserva de la comunidad en proporción a su cuota.