Las aseguradoras suelen ofrecer sus servicios en paquetes que incluyen los riesgos más comunes que pueden correr los elementos de la propia vivienda.
Las coberturas básicas suelen ser:
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Los gastos por accidentes domésticos causados por el agua (por ejemplo, filtraciones al piso de abajo).
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Los daños causados por los agentes atmosféricos (viento, granizo, nieve o la caída de un rayo).
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Los daños causados por un incendio o una explosión.
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Las averías eléctricas.
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El cambio de cerraduras.
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Los gastos de reparación y reposición estética de los bienes asegurados.
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Los perjuicios por actos vandálicos, robo y hurto.
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La responsabilidad civil a terceros.
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La inhabitabilidad o la pérdida del alquiler.
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La asistencia jurídica y legal y las fianzas.
En total, deberían quedar cubiertos todos los costes necesarios para que la casa quede igual que antes del accidente.